Los números mágicos han fascinado a los hombres desde tiempos inmemoriales. Uno de los más poderosos es quizá el número áureo, que ha inspirado obras monumentales del arte y ha asombrado a científicos desde hace miles de años. Esta misteriosa cifra es también la inspiración del arquitecto y artista venezolano Rafael Araujo, que desde muy joven se dedicó a observar los patrones de la naturaleza y su portentosa geometría para más tarde reproducirla a mano, con resultados asombrosos y llenos de una belleza atemporal.
El número áureo tiene una larga historia; uno de sus primeros teóricos fue Euclides en el siglo III a. C., y desde entonces, las proporciones nacidas de este número irracional han inspirado a la ciencia y el arte —desde la música (por su poderoso sonido) hasta la arquitectura, la pintura y el cine— haciendo patente la importancia vital de las matemáticas en el arte.
Espirales, mariposas y conchas de mar nacidas (paradójicamente) de exactos cálculos algebraicos habitan los bellos dibujos de Araujo, que podrían recordarnos diagramas renacentistas y que son hechos completamente a mano utilizando únicamente lápiz, compás, regla y transportador de ángulos, en un acto de un virtuosismo impresionante que reúne a la ciencia y el arte de una forma asombrosa.

La importancia mística del número áureo, evidente en la impresionante obra del venezolano, dota al quehacer artístico de un poder especial, no sólo por ser una representación matemática de la perfección del universo (en un acto que imita insospechadamente el acto divino de la creación), sino por buscar geometrías que por su precisión parecieran mágicas o portadoras de información sagrada, utilizando los dos lenguajes que, por excelencia, han acompañado al hombre en sus intentos por descifrar el universo: las matemáticas y el arte.










*Imágenes: Rafael Araujo ©
Los números mágicos han fascinado a los hombres desde tiempos inmemoriales. Uno de los más poderosos es quizá el número áureo, que ha inspirado obras monumentales del arte y ha asombrado a científicos desde hace miles de años. Esta misteriosa cifra es también la inspiración del arquitecto y artista venezolano Rafael Araujo, que desde muy joven se dedicó a observar los patrones de la naturaleza y su portentosa geometría para más tarde reproducirla a mano, con resultados asombrosos y llenos de una belleza atemporal.
El número áureo tiene una larga historia; uno de sus primeros teóricos fue Euclides en el siglo III a. C., y desde entonces, las proporciones nacidas de este número irracional han inspirado a la ciencia y el arte —desde la música (por su poderoso sonido) hasta la arquitectura, la pintura y el cine— haciendo patente la importancia vital de las matemáticas en el arte.
Espirales, mariposas y conchas de mar nacidas (paradójicamente) de exactos cálculos algebraicos habitan los bellos dibujos de Araujo, que podrían recordarnos diagramas renacentistas y que son hechos completamente a mano utilizando únicamente lápiz, compás, regla y transportador de ángulos, en un acto de un virtuosismo impresionante que reúne a la ciencia y el arte de una forma asombrosa.

La importancia mística del número áureo, evidente en la impresionante obra del venezolano, dota al quehacer artístico de un poder especial, no sólo por ser una representación matemática de la perfección del universo (en un acto que imita insospechadamente el acto divino de la creación), sino por buscar geometrías que por su precisión parecieran mágicas o portadoras de información sagrada, utilizando los dos lenguajes que, por excelencia, han acompañado al hombre en sus intentos por descifrar el universo: las matemáticas y el arte.









